Mi dragón y la nieve
de Mia Barberi
Era una vez una niña llamada Mia, ella no tenía hermanos ni hermanas, pero tenía un amigo imaginario que cobraba vida por las noches cuando su mamá dormía. Mia y su dragón leían por las noches y usaban una pequeña linterna para no alertar a nadie en casa, los últimos meses del año eran sus favoritos porque las lecturas eran sobre las fiestas decembrinas y eso desataría que echaran un plan para sorprender a Santa y hacerles miles de preguntas que les habían surgido sobre la vida en el Polo Norte.
El plan debía ser perfecto porque cada año solo contaban con una oportunidad, la víspera de navidad. Su plan inicial fue no cenar mucho para poder ir a dormir ligeros y poder esperarlo, esto era un gran sacrificio especialmente para el Dragón que esperaba todo el año para su cenita tradicional con pavo, relleno, ensalada de manzana y bombones, pero para su sorpresa, su deliciosa cama los abrazo y despertaron el 25 para encontrar su regalito bajo el árbol, así que no pudieron sorprender a Santa en ese primer intento.
Tuvieron que esperar un año para su segundo intento, y en esta ocasión el Dragón propuso comer muchos dulces para tener energía que les permitiría correr, reír y esperar despiertos por horas a Santa y así poder platicar con él y también conocer a Rodolfo el reno, pero para su sorpresa amanecieron rodeados de hormigas, y con el sol brillante pues el cansancio y las risas los venció, pero esta mañana fue distinta, Mia y su amigo el Dragón empezaban a frustrarse y empezaron a dudar de la existencia de Santa, se cuestionaron si alguien era capaz de repartir tantísimos regalos en una sola noche y supervisar todo un año a millones de niños, tendrían que mejorar su plan y no fallar la siguiente Navidad para saber si la magia era real.
La siguiente víspera de Navidad llegaría un año más tarde y una vez más Mia y su amiga Dragón idearon un plan, esta vez decidieron ponerse Diurex en los ojos para que no se cerraran sus párpados, se veían ambos de los más graciosos, como parte del plan también decidieron acostarse a lado del árbol a pesar de que la mamá de Mia insistió en que se fuera a su cama, pero cuando vio que sus párpados pesados se cerraban fue por su cobija favorita y la tapó, sin darse cuenta de que el pequeño Dragón estaba a su lado y pronto cayeron rendidos abrazados.
Esa mañana siguiente Mia amaneció sorprendida que su cansancio pudo vencer al Diurex que habían pegado en sus ojos, el sol brillaba más fuerte que nunca sobre la bella envoltura del regalito bajo el árbol, pero había algo más, su pelo y la nariz del Dragón estaban espolvoreada en nieve que empezaba a derretirse y entonces entendieron que la vida nos regala momentos divinos si sabemos y queremos verlos. La manera más bonita de vivir es agradeciendo lo que tenemos hoy en el presente.
Mia es una niña de 6 años, va en primero de primaria en un cole de la CDMX, es muy fan de las obras de La Titería y la Vaca Verde.
Mia tiene 3 perros y una tortuga, ama leer y compartir con sus amigos y familia durante las fechas decembrinas.
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